[ORIG] El Último Guardián del Caos (Actualizado 25-11-12)

¿Cómo lo sabe? Esperó a que la espada le ofreciera alguna explicación, una respuesta, pero por una vez Assura también se había quedado sin palabras. Finalmente habló.

Él… él es como tú, Nicole.

Y se desató el combate. Allen peleaba furiosamente contra Kufrost, ambos ajenos, o al menos el pelirrojo, a lo que había ocurrido. El chaval del pelo castaño se desapareció, y una chica rubia ocupó su lugar. La de los rayos… No había tiempo para pensar nada más, varios Kehet se sumaron a Allen, que ya tenía varias heridas. Marte estaba entre ellos, dispuesto a defender a su sobrino costase lo que costase.
Un rayo cayó a su lado, al instante Paula, Moira, Chris y Karla estaban a su lado.
-¿Vas a salir huyendo de nuevo? –Oyó la voz de la Rhuen. Su respuesta fue un tajo lateral al lugar donde había estado un segundo antes. De alguna manera sabía que debía hacer en cada momento, y cómo hacerlo. Su mente reaccionaba al combate sin necesidad de pensarlo.
Y la Rhuen era una rival poderosa, hasta para ellos cuatro a la vez. Albert se unió al grupo y pareció que la cosa estaba más igualada, pero no era así. Ni mucho menos.
De pronto una ráfaga la lanzó contra la pared, cortándole la respiración. Al abrir los ojos, allí había un chico castaño. Su espada, blanca, le apuntaba la garganta, aun así su gesto era tranquilo y hasta gentil.
-Nicole, ¿Cierto?
Ella asintió. No sabía hasta donde quería llegar el tipo ese, pero sabía que estaba en grave peligro. Miró a su alrededor, supuso que alguien le echaría una mano… pero nadie se movía. El tiempo se hallaba congelado.
Durante un segundo el corazón dejó de latirle… ¿Quién tenía el poder para hacer algo así?
-Me alegro de que al fin nos veamos. –Le dijo él, sin abandonar su sonrisa.
-¿Quién eres? –Casi siseó ella. Se sentía atrapada, no sabía cómo reaccionar, cómo salir de esa situación.
-¿Yo? –Él soltó una pequeña risa. –Yo soy el Último Guardián del Caos.
Nicole jadeó. De pronto mil recuerdos empezaron a pasar por su cabeza, incapaz de contenerlos, incapaz de pensar.
-¡NO! –No podía más, no lo soportaba. Era incapaz de moverse, de buena gana se habría llevado las manos a la cabeza. Cuando el dolor alcanzó su punto álgido… El chico retrocedió de golpe, su rostro había perdido esa impasibilidad y esa tranquilidad.
-Tengo la respuesta a tus preguntas, Nicole, no lo olvides. –Le dijo, antes de desaparecer.
¿Qué acaba de pasar? Una espada dorado pasó rozando por su lado y la devolvió a la realidad. Ya pensaría después, ahora debía luchar.

Y sin embargo, las últimas palabras del tipo aún resonaban en sus oídos. (sin contar el cliché, por lo visto era muy teatrero) ¿A que preguntas se refería? También se había llamado a si mismo “el Último Guardián del Caos”. ¿Cómo era eso posible?

¡Nicole!

La joven sacudió la cabeza, volviendo a la realidad gracias al grito mental de la espada. El filo de Assura adquirió un aura negra mientras se lanzaba contra la Rhuen del trueno, que se movía a la velocidad del relámpago. Esquivó un tajo dirigido hacia su pecho y una rama brotó del suelo, tratando de atrapar a la chica. De inmediato Nicole sintió un dolor agudo en el costado.
Y luego todo se puso negro.


Apenas podía respirar, cada uno de sus alientos le costaba un esfuerzo descomunal. Por no hablar del dolor. Se sentía como si la hubiesen atropellado varios camiones. Poco a poco iba recuperando la consciencia, pero era de forma tan vana que no sabía si estaba despierta o soñando. Poco a poco, sin embargo, se le aclararon los sentidos. Había alguien cerca, gente hablando.
-Do… ¿Dónde estoy? –Musitó, con un hilo de voz. De inmediato varias caras se giraron hacia ella, todas reflejando un alivio considerable.
-Al fin has despertado, Nicole. –En la voz de Chris estaba pintando el más sincero alivio. -Estás en la enfermería.
¿Nicole? ¿Ese era su nombre? Y de pronto lo recordó todo. El combate, la lucha, el chico, la Rhuen… Estuvo tentada de levantarse de un salto, pero no podía ni doblarse.
-¿Qué ha ocurrido? –Preguntó, tratando de deducir algo. Habían hablado de la enfermería, así que supuso que estaba en el Clan. No se equivocaba. Chris y Marte, que también estaba allí, cruzaron una mirada.
-La Rhuen te electrocutó las costillas. Es un milagro que hayas sobrevivido. Hemos tenido muchas bajas… -Suspiró el rubio.
Nicole trató de asentir, pero lo veía todo borroso. Empezó a cerrar los ojos y Marte le pidió que descansara, pero ella negó con la cabeza. Quería decir una última cosa.
-Marte… él me dijo que también era un Guardián… -Suspiró, antes de que todo se volviera negro de nuevo.

Según le habían dicho, pasaron tres días antes de que volviera a despertar. Cuando lo hizo pudo mirarse la cintura, y casi se desmaya. Tenía varias vendas ensangrentadas cubriéndole todo el costado.
He tenido que utilizar parte de mi poder para acelerar tu curación.
Hasta la voz de Assura sonaba lejana. Y eso que tenía la empuñadura en la mano.
-Es un milagro que sobreviviera a un golpe así. Casi ni me lo creo. Cuando la vi caer, pensé que la habíamos perdido. –A duras penas pudo reconocer la voz de Karla. Le hizo falta toda su fuerza de voluntad para responderle.
-No os librareis de mí tan fácilmente. –De inmediato su amiga se giró hacia ella y le soltó un abrazo de oso.
-Oww… -Gimió ella.
-Ah, sí, las vendas. –Karla retrocedió, con una mezcla de euforia y preocupación
Por su parte Chris no se saltó la oportunidad de meter baza, con los ojos relucientes.-¿Llevas varios días viéndolas y ya te has olvidado de ellas?- Parecía cansado, pero feliz. Tenía una buena quemadura en el brazo. Al seguir su mirada el rubio se encogió de hombros. –A mí también me acertó, pero creo que tú has salido peor parada.
Nicole gimió al asentir. Luego se volvió hacia su amiga.-Una cosa… ¿Karla ha estado aquí todo el rato?
-Casi todo. –Ella se tocó un mechón de pelo ditraídamente. –Aunque tampoco tenía mucha opción. –Le respondió, con voz fingidamente fastidiada y levantando la pierna para enseñarle a Nicole una quemadura a la altura de la rodilla, que parecía estar sanando mejor.
-¡Que tía! –Ella trató de darle un codazo, aunque en el fondo se sentía muy agradecida.
-No te canses, Nicole, que si no Marte cosechará una bronca. –Bromeó el rubio.
Karla se volvió hacia él. -Hablando de Marte… ¿Tú lo has visto?
Nicole abrió los ojos como platos. -¿No está? –Solo les faltaba que el líder desapareciera.
-Sí que está, -La tranquilizó Chris -pero se divide entre patrullas de búsqueda y su encierro con los altos cargos en la biblioteca. Desde lo que le dijiste del Guardián… Quiere llegar hasta el fondo del asunto, está muy preocupado. –Karla asintió, reforzando las palabras de su primo.
-Espera, ¿Patrullas de Búsqueda? ¿A quien buscan? –¿Acaso buscaban a los Rhuen? ¿Eso no era una temeridad? Conforme pasaba el rato, Nicole iba sintiéndose más despierta. En el momento en que formuló la pregunta, Karla se puso seria. Nicole se estremeció (lo que le dolió lo suyo), no le gustaba nada esa mirada.
-Buscan a Allen. Ha desaparecido.
La Guardiana se quedó parada un momento. No podía ser. ¿Todo le sucedía a ese tipo? Por muy mal que le cayera, Marte había sido claro: Tenían que estar unidos contra la amenaza Rhuen. Allen era un tipo odioso, insoportable, pero era un buen guerrero y leal a los suyos. Y ella en cama, sin poder hacer nada. Y tomó una decisión.
-¿Cuándo empiezo mi entrenamiento? –Sus amigos la miraron como si se hubiera vuelto loca. –Estoy harta de ser un lastre, si tengo tanto poder como decís, debo aprender a usarlo. –Sus palabras le salieron con un poco más de dureza de la que pretendía, pero Karla estaba pensativa.
-Eso debes hablarlo con Albert y con Marte, pero al ritmo que te curas… mañana te quitamos las vendas y de lo demás se encarga el Sol. Pero no creo que te dejen empezar con la espada.
Al menos es mejor que nada. -Trato hecho.

Karla cumplió su palabra, habló con Moira, que era la jefa de enfermería y a los dos días le quitaron las vendas de la cintura y el pecho. Su amiga le hizo ponerse un top bastante corto, pese a sus protestas. Vale que tuviese que tener sus heridas al aire, pero vestir tan corto… Nicole se sentía indefensa. Al ver su cara, Karla esbozó una sonrisa llena de empatía
-Míralo por el lado positivo, Nicole. Ahora podrás presumir de cicatrices.
Ella no contestó. Esas cicatrices le recordaron su propia debilidad, había tenido que luchar por puro instinto y con ayuda de Assura, y había sido claramente inferior. Además, ya le había quedado muy claro su objetivo: La buscaban a ella. Ni siquiera Marte se lo había desmentido. Cuando se lo dijo, el líder se limitó a responderle que no le iba a mentir, que si lo que se decía era cierto, aquel bando que tuviese ambos Guardianes sería el vencedor absoluto.
Y peor aún, no se quitaba de encima el sentimiento de que la guerra era culpa suya. Y en cierto modo, lo es.


De nuevo recordó las palabras del otro Guardián, o al menos del que decía serlo. Había llegado a la conclusión de que sería el Rhuen de la oscuridad, por su aspecto, pero había logrado detener el tiempo, y no había percibido a nadie más. “Tengo la respuesta a tus preguntas” le había dicho. Por una parte se sentía tentada de buscarle, de preguntarle porqué pasaba todo eso… la guerra, la desaparición de Allen…
Por otra, sabía que era una trampa, se lo había dicho miles de veces. Suspiró. No sabía qué le había hecho aquel chico, pero no podía caer en su juego.
Los silenciosos pasos de Karla la sacaron de sus pensamientos. Albert venía tras de ella.
-Me han dicho que quieres comenzar tu entrenamiento. –Le preguntó el maestro, con expresión indescifrable. -¿Crees que estás lista? –El hombre parecía mucho más cansado que la última vez que lo había visto.
-Sí. –Nicole trató de imprimirle toda su fuerza de voluntad a esa palabra. Albert esbozó una pequeña sonrisa y asintió.
-Entendido. Se lo comunicaré a Marte. Nos hará bien pensar en algo que no sea Rhuen, una guerra y un elemental desaparecido en combate.
Y salió por la puerta, no antes de dedicarle una sonrisa de ánimo. Cuando ya solo quedaron ella, Karla y Chris, Nicole se dejó caer sobre la cama, ignorando el dolor de sus costillas. Su mirada pasó por el techo y las paredes, hasta detenerse en el calendario donde Karla marcaba los días. La sombra del miedo pasó por sus ojos.
-¿A que dia estamos?
-A… viernes. –Titubeó Karla. -¿Por qué?
-¿Viernes? –no era posible. El combate había sido un jueves… y un día no había pasado, eso seguro. Y por si fuera poco, el lunes debían empezar el último curso del instituto. ¿Qué les dirían a Ramón y a Roxy? Chris pareció entender sus dudas, porque le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.
-Les he dicho que un salvaje con una moto chocó contra ti. Han hecho muchas preguntas, querían verte ha toda costa. Me ha costado mucho disuadirles… y creo que se huelen que pasa algo raro. Además… el Consejo está decidiendo si dejarnos ir a estudiar o no. Podría ser un riesgo innecesario, aunque otros piensan que nos vendrá bien relajarnos un rato, aunque sea estudiando. Entre ellos, claro está, tenemos a Albert. –Sonrió. –Creo que hasta nos lo colocarán como profesor de educación física.
-¿Podemos hacer eso? –Nicole se había quedado con la boca abierta, aunque le consoló saber que sus amigos se habían preocupado por ella.
-Si Marte se esfuerza… -El rubio se encogió de hombros. –Ah, y Karla va a venir a nuestra clase, si nos dejan ir. Yo que esperaba perderla de vista… -Soltó un suspiro que a todas luces era fingido, y Karla se apresuró a fingirse ofendida.
-¿Eres buena estudiante? –Le preguntó Nicole, como si eso zanjara la cuestión. Ella asintió. –Pues me dejas copiar y ya está.
-Nicole… tú no has copiado en tu vida. –Nicole le tiró un cojín a Chris, quien acababa de hablar.
-¡Mis cojines! –Pero Karla no se estaba quejando en serio, ni mucho menos. A los pocos minutos empezaron a volar cojines por la habitación, con tan mala fortuna que uno le dio a Marte en toda la cara en el mismo momento en que entraba.