[FF Harry Potter] El cambio [Angst]

La oscuridad de la noche era profunda. Era ese momento cuando la noche es perfecta, unas horas antes del amanecer, una noche pura  y silenciosa. La oscuridad era total. Había un pacto secreto entre la oscuridad y la noche: la primera ocultaba las cosas de la segunda,  por eso no podía dormir, debía ver, averiguar qué era lo que ocultaba.
El niño daba vueltas y vueltas, se miraba las heridas, algunas producto de los deportes pero la mayoría eran de la mano de su padre o los amigos de éste. Miraba los rincones, la ventana, desconfiado, como si en cualquier momento entraran a lastimarlo. Sabía que hacer. No debía huír ni acobardarse, no. Debía enfrentar sus miedos, no importaba si salía herido, lo mejor era enfrentarlo. Pero estaba atento, no quería que lo agarraran por sorpresa.
El ruido sigiloso pero apurado de unos pasos en el jardín de su casa le llamaron la atención. Eran sus padres, estaba seguro. La puerta se abrió, se escuchaban murmullos, estaban enojados, se notaba. ¿Qué era lo que los enojaba? Necesitaba saber. La curiosidad siempre lo metió en problemas, nunca pudo controlarla, y ésta no iba a ser la excepción.
Se asomó a las escaleras, de cuclillas, omitiendo un gritito del dolor en su cuerpo: ese día había tenido clases con el peor de todos y había cometido un “error” al hablar bien sobre muggles. Paró oído y escuchó atentamente. Al principio le costaba entender, las palabras salían de la boca de su padre aceleradas, pisándose entre ellas y chocaban con las de su madre. Estaba furioso y desesperado; su madre mantenía un poco más la calma pero su situación no era muy distinta. Entendía retazos de su conversación: “…Ahora que ha caído corremos peligro…” “...aurores vendrán….””…no huiremos…” ”Encima ese tonto con sus muggles inútiles no colaborará en nada”. En lo último se referían a él, lo sabía, había demostrado su interés por los muggles años atrás y eso le trajo todos los problemas que ahora tenía,  esa fue la primera vez que la curiosidad lo traicionó.
Tenía las piernas algo dormidas por la posición, causando que perdiera el equilibrio dando con todo el cuerpo contra la baranda produciendo un crujido en las maderas. En seguida una sombra apareció delante de él: su padre. Nunca supo cómo, (y era lo que más lo asustaba) pero su padre se trasladaba rápido, en silencio, como un monstruo de la noche, eso era lo que la oscuridad ocultaba.
-¿¡Qué haces escuchando a escondidas, inútil?!.-sintió una patada en sus costillas acompañada con ese grito. Se levantó lo más rápido que pudo y se alejó unos pasos, sin dejar de mirar aquella sombra.
Sus labios se movieron solos, ni siquiera pudo pensar lo que decía.-Ahora están débiles ¿no? Los aurores vendrán y les diré todo lo que sé, todo lo que escuche por las noches.-pudo sentir sus palabras impregnadas de odio. Hubo una vez, en la que ellos tres se llevaban bien, en la que parecían una familia felíz, pero todo eso había cambiado y había quedado en el olvido.  Cuando se dio cuenta lo que dijo, supo que se había equivocado, picar a su padre era como dar un paso directo a un precipicio. Sintió una presión en su muñeca, una soga que salía de la varita de su padre lo sostenía y comenzaba a tironear de él. Con las uñas comenzó a arañar torpemente la soga mientras tiraba hacia atrás tratando de zafarse. La muñeca le ardía y la sangre empezaba a aparecer.
-¿¡Me estas amenazando?! Eres un inútil, un estúp***, no sé cómo resultaste ser mi hijo. Siempre atrás de esos muggles y sangre sucia repugnantes….me das asco, no puedes amenazarme.-daba pasos lentos pero fuertes acercándose cada vez más al chico que seguía tironeando.
-Tu siempre estas atrás de ese tipo repugnante.-soltó nuevamente refiriéndose al que ellos le decían “su señor” o muchos otros apodos raros. Logró soltarse de la soga con un grito ahogado de dolor y salió corriendo. Entró a su habitación y cerró la puerta con llave, apoyándose contra la pared como si pudiera sostenerla. Su padre golpeaba la puerta con fuerza, una, dos, tres veces. La puerta crujía y comenzaban a aparecer rajaduras. De pronto se detuvo, escuchó la voz de su madre alejando a su esposo de la puerta. Hubo unos pasos yéndose y luego silencio, un silencio roto por los pájaros cantando y el sol asomando, iluminando la habitación, alejando a la oscuridad y sus secretos. El niño se abrazó las piernas y se adentró en un sueño inquieto con la muñeca sangrando y latiendo de dolor, le quedaría una cicatriz que nunca le dejaría olvidar.

Cayó de frente al suelo, empujado por la puerta. Se dio vuelta para quedar de frente a un hombre alto y serio, con una varita en su mano. ¿Quién era?¿Un amigo de sus padres?  Se quedó paralizado, no sabía que iba a suceder a continuación.
-Levántate niño.-su voz era imperante, poderosa, pero suave, no era agresiva como la de sus “profesores” o su padre. Se levantó dudoso, el hombre le hizo un gesto para que saliera primero de la habitación y así lo hizo. Apenas cruzó la puerta, la mano del hombre se posó en su hombro, sujetándole, pero por alguna razón eso no le dio miedo.
Juntos salieron de la casa y la escena en el exterior era de lo más extraña. Estaba lleno de gente que le lanzaba miradas de desconfianza.  Una tristeza profunda lo invadió, hacía un frío invernal a pesar de estar bajo el sol. Más alejados vio a sus padres, rodeado de unos…¿Hombres? No sabía que eran, pero flotaban y tenían unas túnicas negras que le cubrían desde la cara hasta los pies.
-Son dementores, puede que te sientas algo triste, pero se pasará.-le calmó el hombre. Esa calma se fue pronto cuando una de esas cosas se le acercó, estirando una mano cadavérica hacia él. Una luz se desprendió de la varita del hombre y esa cosa se alejó.
-Hemsell.-Llamó a uno de los hombres más cercanos.-Mantenlos alejados, no necesitamos asustar más al chico.- Se volteó y lo miró directo a los ojos.-No me presenté, soy Sebastian Lauper, Auror.-le tendió una mano.
“¿Auror? Es de los buenos…es a lo que mis padres le temían…”pensó el chico.-Soy…Jace Lightwood.-dijo algo dudoso pero le estrechó la mano con decisión.-y quiero ayudarles a que mis padres vayan a Azkabán.